Situado en la ciudad de Stamford, Lincolnshire en 1996, sigue la historia de una niña de 16 años de edad, que pesa 231 libras, Rae, y que acaba de salir de un Hospital psiquiátrico, donde pasó cuatro meses internada. Rae comienza a rehacer su vida y reaundar su amistad con su mejor amiga de la infancia llamada Chloe, que no es consciente de la salud mental de Rae y de los problemas de imagen corporal que tiene, ya que le hicieron creer que ella estuvo durante todo ese tiempo en Francia. Rae intenta evitar que esta información salga a la luz pública, tratando de impresionar a los amigos de Chole; Izzy, Archie, Chop y Finn, además de intentar tener una vida como la de cualquier adolescente.
Rae somos todos
Rae es una adolescente con severos problemas de autoestima, que detesta su físico y que, cuando empieza la serie, acaba de salir de un hospital psiquiátrico tras un intento de suicido. Independientemente que tengas o no los mismos problemas que Rae, es imposible que no te sientas identificado con una mínima parte de su vida. No mientas, todos hemos estado ahí, en ese micromundo llamado adolescencia. Hormonas revolucionadas, dudas existenciales, miedos, desilosuones... Rae Earl somos todos. Además, la historia está contada a modo de diario y resulta fresca y divertida. Las salidas de tono de Rae son geniales, como cuando aparecen dibujitos en la pantalla que representan lo que está pensando en ese momento. Por desesperante que sea a veces (¿y qué adolescente no lo es?) a Rae hay que quererla. Con sus virtudes y defectos, es maravillosa.
Personajes imperfectos y entrañables
Me extraña mucho que alguien pueda llegar a odiar a alguno de los personajes secundarios que pululan por la serie. "The Gang" son la típica pandilla de amigos que compararás mentalmente con tu propia pandilla de amigos, queriéndolos sin remedio. Finn es el típico chico con pintas de malote que en el fondo esconde un corazón gigantesco, Archie es como el osito adorable que se lleva bien con todo el mundo, Izzy es la chica alegre y pizpireta que dan ganas de meterse en un bolsillo, Chop es el clásico bromista del grupo y Chloe es una diosa. Si todavía estáis empezando la serie quizás lo de Chloe os chirríe, pero dadle tiempo, ya me daréis la razón. No nos podemos olvidar de Tix o de Danny, ni tampoco de Linda (la madre de Rae) y Karim, ni de Kester (su terapeuta). La naturalidad y humanidad de todos los personajes os van a hacer amarlos, criticarlos, entenderlos... Un poco de todo. Como la vida misma.
![Imagen relacionada](https://31.media.tumblr.com/c2aa78d563259b7ba6577a5a2bccf63c/tumblr_mizpddlATI1qmp0v1o4_r3_250.gif)
No estigmatiza las enfermedades mentales
Es fácil que en una serie nos pongan a la adolescencia con problemas mentales como una chica excesivamente complicada, pasada de rosca, pseudomisteriosa o, directamente, muy loca del coño. En cambio, MMFD trata las enfermedades mentales como lo que son: enfermedades. Con respeto y cuidado, mostrando las dificultades que acarrean, pero sin caracterizar a Rae como una paria. Así podemos ver lo bien que se representan problemas como el binge-eating disorder (lo que vendría a ser trastorno compulsivo alimentatio). las autolesiones o las crisis de ansiedad. La delicada salud mental de Rae no impide que salga de fiesta con sus amigos, se enamore hasta las trancas o tenga alguna discusión con su madre, como cualquier típica adolescente. Se enfatiza mucho lo importante que pueda llegar a ser un buen psicoterapeuta y cada vez que Rae va dando pasitos en su recuperación, aplaudimos y nos sentimos orgullosos de ella. Así se hace, My Mad Fat Diary.
Te hace llorar y reír a partes iguales
Hay momentos dramáticos terribles, de esos que te clavan un puñal en el corazón y lo retuercen y lo retuercen... Pero también otros de escacharrarse de la risa. Sientes tanta afinidad con los personajes que da igual lo que hagan, vas a estar ahí en las buenas y en las malas, riendo y sufriendo con ellos. Sharon Rooney demuestra una capacidad increíble para llevar a su personaje en escenas tanto cómicas como dramáticas. Y hay esa parte nostálgica de recordar tu adolescencia (si es que ya la has pasado) con cariño y ternura, porque lo que viven los personajes te llega directamente al corazoncito. Y lo digo ya, si no lloras con el final de MMFD, es que no tienes alma.
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